Por Fernando Orús.
Los años 80 continuarían una fecunda actividad de aperturas, entre las que destacan las que haría
Fernando Cobo, quien en 1980 consiguió terminar con varios compañeros y tentativas, un proyecto de escalada que se venía intentando desde hacia más de 10 años: escalar el Puro por la cara exterior, la oeste. La principal dificultad de esta vía, que denominó “Helios”, es la mala calidad de la roca que unido a su absoluta verticalidad y al precario clavazón conjuntan un cuadro de dificultad límite.
También abrió la magnifica vía del Pájaro, quizás la vía más difícil abierta en los Mallos hasta entonces, un VI+ donde se conciliaban dificultad y exposición en esta muralla sobrecogedora. La hizo con Blas Heredia, en 1981con tres vivacs. Fue reequipada hace unos años y es hoy una de las mejores vías del Pisón.
Unos meses antes los hermanos García Gallego habían abierto una nueva vía al Firé, la vía Mediterráneo al espolón del Firé, a la derecha de la Rabadá-Navarro. Una ruta también catalogada de VI+ abierta con tres vivacs y varios días de preparación, con un 60% de escalada libre y artificiales de A3 y A4. No se puso ningún buril y sus contadísimas repeticiones acreditan su dificultad. También en 1981 se abrió la vía del Silencio a la Visera por Antonio Oliver, que era guarda del refugio de Riglos en esa época, con Antonio García Picazo y Eduardo Lucas, una preciosa vía en la zona más a la izquierda de la Visera, siguiendo una sucesión de fisuras abiertas en la muralla que enmarca la Vª Chimenea y parcialmente ocultas por el mallo Melchor Frechin, lo que confiere a esta escalada el ambiente de sigilosa intimidad que inspiró su nombre. Es una vía bastante recorrida y hoy día clásica.
En los años siguientes se abrieron otras vías también difíciles al Pisón y al Firé, como las Quebrantahuesos, (Gálvez-Masip, 1980), Micomikón (Olivar-Sánchez , 1982, -los aperturistas de Visera-), Makokis (Lausin-Lapeña- Olivar-Sánchez, 1983), o Hechizos del Viento (Hurtado-Cogollor, 1983), fenomenal escalada riglera que sube a la cima por el canto norte del mallo desde el suelo mismo. La vía Pasen y Vean del Firé, fue abierta por Javier Olivar y Luis Morente “el Cabezón” en 1980, siguiendo una sucesión de fisuras a la izquierda de la cara canal oeste del Firé (vía Villar), escalada expuesta en roca muy mala, que no se ha repetido, carácter que comparte con la terrorífica Vía Farreny en la cara norte del Collado del Pisón, que subieron años antes Jesús Vallés y Lalo Prado.
En el mallo Cuchillo, Miguel Ángel Lausín y Quique Lapeña escalaron en 1983 la tremenda muralla a la izquierda del Filo, vía Xere-Sandra, que conocerá contadas repeticiones por su dificultad y compromiso.
La realización, en la que intervinieron entre otros, Pedro Expósito, Miguel Ángel Lausin, Javier Hurtado “Currucuclillo” y Luis García España “Superjoly” se hizo con paraboles de 12 y 14 m/m. colocados con taladro industrial alimentado por compresor y cable eléctrico desde la base.
Las corrientes del “free climbing” importadas de Yosemite y Colorado o las de escalada libre desarrolladas en el Verdon francés y otras escuelas, llegaron con fuerza a España y a Riglos, siendo adoptadas en seguida como el fair play seguido mayoritariamente por la juventud. Se trata de escalar las vías “liberándolas” de cualquier paso o movimiento “artificial”, como tomar como presa de progresión o reposo cualquier tipo de anclaje (clavo, buril, fisurero…). El escalador es más que montañero un deportista, un atleta que entrena concienzudamente en gimnasios, plafones o rocódromos y sobre todo realiza habitualmente escalada de alta dificultad y no excepcionalmente como en épocas anteriores. Esta nueva forma de abordar la escalada es difícilmente compatible con el autoaseguramiento, muchas veces precario en la escalada clásica de Riglos, con lo que las nuevas vías quedarán generalmente equipadas tras su primera ascensión, algo muy infrecuente anteriormente.